miércoles, 15 de diciembre de 2010

EL CAMPESINO DEMYAN






En cierta aldea, ignoro si hace poco o mucho tiempo, vivía un campesino testarudo y violento, llamado Demyan. Era duro, bronco y colérico y siempre buscaba la ocasión de disgustarse con cualquiera. Imponía su voluntad a puñetazos cuando no bastaban las palabras. Invitaba a un vecino a su casa, y le obligaba a comer, y si el vecino rehusaba un bocado por vergüenza o cortesía, el campesino se disgustaba y le gritaba: "¡En casa ajena obedece al dueño!"

Y un día sucedió que un mocetón entró como convidado a casa de Demyan, y el campesino le puso una mesa llena de exquisitos manjares y de los mejores vinos. El joven comía a dos carrillos y despachaba plato tras plato. El campesino estaba admirado y cuando vio la mesa limpia y las botellas vacías, se quitó la levita y le dijo:

- ¡Quítate la blusa y ponte mi levita! -porque pensaba: "Rehusará y entonces sabrá para qué tengo los puños".

Pero el joven se puso la levita, se la ciñó bien y haciendo una reverencia, dijo:

- ¡Y bien, padrecito! Gracias por el regalo. No me niego a aceptarlo, porque en casa ajena hay que obedecer al dueño.

El campesino estaba furioso. Deseaba provocar una pendencia a toda costa y con tal objeto condujo al mozo al establo y le dijo:

- Nada es poco para ti. ¡Ea, monta en mi caballo y llévaselo como si fuera tuyo! -porque pensaba: "Rehusará y habrá llegado el momento de darle una lección".

Pero el joven volvió a decir:

- ¡En casa ajena hay que obedecer siempre al dueño!

Y cuando estuvo bien montado, se volvió al campesino Demyan y gritó:
- ¡Hasta la vista, amigo! ¡Nadie te ha obligado, pero has caído en tu misma trampa! -Y dicho esto, salió galopando.

El campesino se quedó moviendo la cabeza y dijo: "La guadaña ha dado contra una piedra", con lo que quería decir que había hallado por fin la horma de su zapato.

Alekandr Nikoalevich Afanasiev, folclorista ruso del siglo XIX.
Fuente: http://jk-cuentos-populares.blogspot.com/2010/05/verlioka-cuento-ruso.html

Imagen
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