domingo, 10 de enero de 2010

EL CAKUY O KAKUY

Dibujo de: Catu (Carmen Ocaranza Zavalía)


Es un ave de rapiña, nocturna, denominada Kakuy por los quichuas, Urutaú por los guaraníes, la Vieja y Mae da luna por los brasileños.


En Santiago del Estero cuenta que dos hermanos vivían en el monte.


La hermana era mala y el hermano era bueno.


El le traía frutos silvestres y regalos, pero ella le correspondía con desaires y maldades.

Un día él regresó de la selva cansado y hambriento, y pidió a su hermana que le alcanzara un poco de hidromiel.


La mala hermana trajo el fresco líquido, pero antes de dárselo lo derramó en su presencia. Lo mismo hizo al siguiente día con la comida.


El hermano decidió castigar su maldad. La invitó una tarde a recoger miel de un árbol que estaba en la selva.


Fueron allí y el hermano logró que ella trepara a lo más alto de la copa de un quebracho enorme (para algunos, mistol, para otros, algarrobo).


El, que subió por detrás, descendió desgajando el árbol de modo tal que su hermana no pudiera bajar. El hombre se alejó.


Allí quedó la mujer, en lo alto, llena de miedo. Cuando llegó la noche, su miedo se convirtió en terror.


A medida que pasaban las horas, comenzó a ver, horrorizada, que sus pies se transformaban en garras, sus manos en alas y su cuerpo todo se cubría de plumas.


Desde entonces, un pájaro de vuelo aplumado, que sólo sale de noche, estraga el silencio con su grito desgarrador -¡"Turay", "Turay"!- : ¡"Hermano", "Hermano"!


El nombre kakuy ha sufrido varias evoluciones, así cacuy, kacuy, etc., nosotros hemos adoptado la utilizada por Bernardo Canal Feijóo en su trabajo Mitos perdidos (1938).


Otra leyenda (Lehmann-Nitsche) nos habla de que el dios Sol, personificado en un gallardo mancebo, enamora a Urutaú, hermosa doncella. Luego de seducirla se va. Convertido en el astro viajero se instala en el firmamento.


Desesperada en su dolor y en su abandono, Urutaú sube a un árbol muy alto, y allí se queda para mirarlo siempre.


Cuando el sol desaparece por el horizonte, Urutaú llora con desesperación su ausencia, y lanza gritos desgarradores. Recupera su calma cuando su amado surge nuevamente por el oriente.


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