martes, 16 de junio de 2009

EL YUCHÁN

Yucan

Hace muchísimo tiempo -cuentan los matacos del Chaco- había un yuchán más alto y más panzón que cualquiera. Es que ese yuchán estaba lleno hasta el tope de agua y de peces.

Chiláj, el dueño y protector de todos los peces, les permitía a los indios que pescaran adentro del yuchán (algo tenían que comer). Pero se ponía de lo más furioso cuando algún gracioso pescaba por pescar y dejaba a los pobrecitos pescados tirados por ahí, boqueando.

Entre todos los peces que había en el árbol, el más lindo era un dorado grandote. A ése no había que molestarlo.

-¡Miren que de un solo coletazo es capaz de romper todo, y después qué hacemos! -decía Chiláj.

Pero un día llegó uno que se llamaba Tokwaj.

Chiláj lo miró de reojo:

-¡Cuidadito con tocar el dorado grandote! ¿Me escuchaste bien vos?

-¡Eh, no tanto grito! ¿Por quién me toma? -dijo Tokwaj haciéndose el ofendido.

Entonces preparó el arco y la flecha (ellos pescaban así) y se puso a pescar.

Pescó uno, más bien chico. Después otro, grande y gordo. La verdad que ya era suficiente.

Pero él no estaba tranquilo y los ojos se le iban detrás del dorado grandote.

Hasta que, de repente, no aguantó más y ¡zás! le clavó una flecha ¡Para qué! Loco de dolor, el dorado grandote empezó a dar coletazos para aquí y para allá. Hasta que, en una de ésas, lo partió al árbol por la mitad. Entonces el agua empezó a salir y a salir del yuchán. Y se vino la inundación. Se vino, nomás.

Con los ojos salidos para afuera de la rabia, Chiláj lo encaró a Tokwaj, a grito pelado.

-¿Te lo dije o no te lo dije, cabezón? ¡Ahora me arreglás este lío, rapidito y sin chistar! ¡ooooh, también!

Pero Tokwaj se quedó duro, sin saber para dónde agarrar. Y eso que el agua ya estaba llegándole al cuello.

Cuando Chilaj vio que el otro no se daba ninguna maña, pensó "este encima se nos va a ahogar ¡Y va a haber que pagarlo por bueno! No voy a tener más remedio que darle el palo mágico..."

Entonces con su peor voz, le dijo:

-Mirá, Tokwaj; te me vas de acá... ¡y te me llevás toda esta agua! (Tokwaj puso cara de no tener la menor idea de lo que tenía que hacer).

Entonces Chilaj agregó:

-Tomá este palo. Vos caminá nomás, y el agua te va a seguir. Cuando estés muy cansado, clavás el palo y el agua se va a quedar quietita... ¡Y ahora, chau! ¡Si te he visto, no me acuerdo!

Tokwaj, que estaba bastante llovido, obedeció sin decir ni mu. Caminó y caminó. Cuando las piernas no le dieron más, clavó el palo (y por su cuenta agregó algunas palabras mágicas). El agua paró y Tokwaj pudo echarse un sueñito (pero soñó que hacía papelones).

A la mañana siguiente, desclavó el palo y siguió caminando. Atrás de él iban las aguas, mansitas como ovejas. Para no aburrirse, Tokwaj, ya más tranquilo, empezó a caminar en zigzag, a pegar saltitos, a correr...

Y siguió y siguió. Con el agua, atrás. Y en el agua, los peces.

Fue así nomás, aunque ustedes no lo crean, como nacieron los ríos, todos los ríos.

Ah, me olvidaba: si alguno va a pescar... ¡ni se le ocurra sacar pescaditos por gusto y dejarlos tirados por ahí, boqueando! Nunca se sabe si Chilaj anda cerca, disfrazado de viejito pescador.

Nota

Yuchán: Palo borracho
Chilaj o Ilaj: señor de agua y de los peces entre los matacos, a quiénes enseñó a pescar con arco y flecha.

Tokwaj: uno de los héroes míticos de los matacos. Difundió muchas enseñanzas sobre agricultura, pesca, caza. Sin embargo, tiene un lado negativo: haber desobedecido a Chilaj cuando éste le prohibió pescar el dorado.

Cuento y Glosario de Graciela Beatriz Cabal.

Fuente e Imagen
http://tejiendocuentos.blogspot.com/2010/01/la-leyenda-del-yuchan-chaco-argentina.html

http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/06/el-gran-yuchan-palo-borracho-blanco.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/08/el-algodon.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2009/11/el-palo-borracho.html
http://compartiendoculturas.blogspot.com/2010/11/el-camalote.html

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